domingo, 10 de junio de 2012

Tardo dos minutos, guardia..

No hay policía de tráfico que no haya oído esa frase salida de la boca de un conductor en algún momento de su labor profesional. Esos dos minutos son la excusa perfecta para abandonar a la buena suerte el vehículo del infractor en lugares, generalmente, más que peligrosos. Y cuando el agente de policía le niega ese ‘derecho’ al sufrido conductor aparece el conflicto. Por una maldita denuncia la situación puede terminar con el infractor detenido por atentado y el policía lesionado. Como decían los veteranos: “policía de muchos atentados, mal policía”. Y es que hoy en día es mejor empatizar, con el diálogo y la estrategia verbal.
Volviendo a los dos minutos, y como decía Alejandro Sanz, “no es lo mismo” estacionar que parar. La ley de seguridad vial dice que la parada es la inmovilización de un vehículo durante un tiempo inferior a dos minutos, sin que el conductor pueda abandonarlo. También dice que la detención se realiza por emergencia (avería), por necesidades de la circulación (atascos) o para cumplir algún precepto reglamentario, como un semáforo en rojo. Finalmente, como es obvio, regula ya por exclusión, que el estacionamiento es la inmovilización de un vehículo que no se encuentra en situación de detención o de parada.
Un minuto, dos minutos, y hasta cinco, son las justificaciones que suelen proferir los infractores, más como exigencia que como solicitud. Pensemos que esos minutos de oro pueden ser vitales para otras personas, y que la ley es para todos. El agente de policía tiene como misión velar por los derechos de todos los ciudadanos, y es que la libertad de una persona suele finalizar cuando comienza la libertad de otra. Es una cuestión de respeto, de la que se aprovechan algunos ‘caraduras’ que acumulan tomos de denuncias que acabarán muchas de ellas en un cajón, pero que bien podrían maquetarse para un libro. Doy fe, a veces pagan justos por pecadores.
También defiendo que no todas las infracciones tienen la misma gravedad y que no todos los infractores tienen que ser denunciados de forma inflexible, pues la misma denuncia duele más a unos que a otros, por cuestiones económicas o laborales. A veces funciona el diálogo para conseguir el arrepentimiento del denunciado. No podrá el lector decirme que eso es prevaricar, que la policía tiene obligación de denunciar todo, porque eso es imposible, y más si tenemos en cuenta lo que dice la ley, que los Agentes de la Autoridad encargados de la vigilancia del tráfico deberán denunciar las infracciones que observen cuando ejerzan funciones de vigilancia y control de la seguridad vial. Mire usted, eso es materialmente imposible, me parece un defecto de ley, y nadie se ha preocupado en corregirlo. Bastaría con cambiar la palabra ‘deberán’ por ‘podrán’.
Y para terminar, mi deseo es que el infractor reflexione. Cuando le denuncian y hay más vehículos estacionados en el mismo lugar, su deseo es que sean ‘castigados’ también, nunca he llegado a entender este comportamiento tan mezquino de los humanos.
De la grúa mejor escribo otro día.



No hay comentarios: